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Durante años, Gia Meier eligió el silencio digital. No porque no tuviera nada que decir, sino porque quiso esperar el momento en que su voz estuviera alineada con su verdad. Al cumplir la mayoría de edad, la idea de hacer públicas sus redes comenzó a rondarle, pero decidió esperar hasta sentirse realmente preparada. “No solo significaba dar acceso a mi contenido, sino también mostrar una parte más auténtica de mi personalidad, mis ideas y mi trabajo”, asegura. Quería que ese paso fuera una decisión consciente, basada en la madurez, la confianza en sí misma y la certeza de tener algo valioso que compartir. Hoy, a sus 21 años, esa elección cobra aún más sentido: coincide con el inicio de su camino en la moda y el modelaje.

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“Más que una simple ventana social, veo mis redes como una herramienta para conectar desde un lugar genuino y compartir lo que soy y lo que hago con propósito. De hecho, una de las principales razones por las que decidí dar ese paso fue precisamente porque quería hacerlo sintiéndome preparada para dejar de lado la necesidad de mostrarme como una persona ‘perfecta’”, confiesa la hija menor de y . “Siempre he sido muy perfeccionista, y era consciente de que si no trabajaba en ese aspecto, me sería muy difícil compartir de manera genuina quién soy. Aunque aún es algo con lo que sigo lidiando, hoy en día cuento con mejores herramientas emocionales y mentales que me permiten soltar esa presión y mostrarme de forma más auténtica”.

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Nora Sugobono
Gia siente una profunda admiración y respeto por sus padres. “Me importa mucho honrar todo lo que han construido”, sostiene. (Foto: archivo personal)
Gia siente una profunda admiración y respeto por sus padres. “Me importa mucho honrar todo lo que han construido”, sostiene. (Foto: archivo personal)

Esa búsqueda de autenticidad no ha sido fácil, sobre todo cuando desde pequeña creció bajo la mirada pública. Gia reconoce que ser hija de dos figuras tan reconocidas inevitablemente influye. No solo porque vivió entre reflectores ajenos, sino porque, desde muy niña, sintió que debía moverse con cautela, sin margen para el error.

“Existía esta idea —que yo misma construí desde muy niña— de que debía cuidar la reputación de mis padres. Con el tiempo y la madurez, comprendí que ese pensamiento no era una verdad absoluta, sino una presión interna que yo me imponía. Hoy entiendo que soy una persona independiente, con un camino propio, y que mis decisiones deben alinearse con quien soy y con lo que me hace feliz. Eso no significa que deje de valorar profundamente a mis padres”, destaca.

ESTILO Y PASIÓN

Gia recuerda que su vínculo con la moda empezó mucho antes de que pudiera nombrarlo. “Desde pequeña me fascinaba acompañar a mi mamá a los ateliers donde mandaba a hacer vestidos; me quedaba maravillada con las telas, los cortes y la creatividad detrás de cada prenda”, cuenta con nostalgia. Aquellos momentos de infancia, entre agujas, bocetos y texturas, sembraron una semilla. “Incluso, ella siempre me recuerda que de niña le decía que quería ser diseñadora de modas”, agrega.

Desde niña, Gia recuerda haber acompañado a su madre, Marisol Aguirre, a ensayos y funciones teatrales, algo que la marcó muchísimo. (Foto: archivo personal)
Desde niña, Gia recuerda haber acompañado a su madre, Marisol Aguirre, a ensayos y funciones teatrales, algo que la marcó muchísimo. (Foto: archivo personal)

Aunque el diseño no terminó siendo su camino, la atracción por ese universo nunca se fue. A los 14 años, encontró una nueva forma de canalizar esa fascinación: el modelaje. “Comencé a interesarme profundamente por los desfiles, a seguir modelos en redes sociales y a admirar el esfuerzo, la disciplina y el arte que hay detrás de su trabajo”, recuerda.

En ese camino, Gia ha encontrado inspiración en figuras que, como ella, han decidido construir su historia paso a paso. “Un ejemplo es Suki Waterhouse. Comenzó en el modelaje, luego se abrió camino como actriz y actualmente está desarrollando una carrera musical. Su versatilidad me parece admirable”, comenta. También le conmueve ver referentes cercanos. “Tengo una gran admiración por Natalie Vértiz. Aunque aún no la conozco en persona, me inspira su autenticidad, el profesionalismo con el que lleva cada proyecto y la forma en la que se comunica en redes. Ver su trayectoria me motiva a esforzarme cada día más y me recuerda que, con constancia y pasión, también puedo abrirme camino en esta industria”.

El arte fue una presencia constante, casi natural, desde muy temprano en su vida. Y, aunque no siempre lo supo con claridad, esa inmersión temprana le fue dando forma a su sensibilidad. “Crecí en un entorno profundamente marcado por el arte, y eso ha influido en mi personalidad y en mis intereses. De hecho, todos mis hermanos, cada uno a su manera, también están vinculados al mundo artístico. Pero especialmente mi hermano y yo compartimos una fuerte conexión con esta industria”, confiesa.

Por otro lado, una de sus grandes pasiones es la música. “Los conciertos, por ejemplo, son mi actividad favorita; los vivo casi como una forma de terapia. Ese amor por la música viene claramente de mi papá. Lo veía componer, grabar, escribir… y muchas veces me pedía mi opinión, sabiendo lo mucho que me interesa ese mundo”, destaca.

CONQUISTA PERSONAL

Después de años de nutrir su vínculo con la moda desde el afecto y la observación, Gia dio un gran salto: fue convocada para participar en la Semana de la Moda de Madrid. Un momento que marcó un antes y un después en su camino.

Ese crecimiento también ha estado acompañado de una formación académica sólida: estudia Fashion Business y Márketing de la Moda y actualmente está en su último año. Esta preparación le ha permitido entender la industria desde dentro y valorar no solo la estética, sino también la estrategia.

“Quiero construir una carrera con propósito, y para eso es importante tener una mirada integral de todo lo que implica este universo creativo”, afirma.

Para desfilar en la semana de la moda de Madrid, Gia eligió “soltar el perfeccionismo” y dejarse a sí misma disfrutar de la experiencia. (Foto: Diego Yamashiro)
Para desfilar en la semana de la moda de Madrid, Gia eligió “soltar el perfeccionismo” y dejarse a sí misma disfrutar de la experiencia. (Foto: Diego Yamashiro)

“Cuando se me presentó la oportunidad de desfilar en pasarela, me sentí muy emocionada, pero también invadida por dudas. Una vez ahí, me sorprendí a mí misma disfrutando cada segundo. Sentí orgullo por haber tomado esa decisión, por haber salido de mi zona de confort y por permitirme vivir algo nuevo”, cuenta.

MÁS ALLÁ DEL LEGADO

Aunque algunos podrían imaginar que, viniendo de una familia ligada al espectáculo, su camino natural sería la actuación o los certámenes de belleza, ella lo tiene claro. “En este momento, nada de eso forma parte de mis planes. Personalmente, siento que no es el camino que deseo seguir. Por ahora, mi enfoque está en el modelaje, en las redes sociales y en seguir creciendo dentro de la industria de la moda, que es lo que verdaderamente me apasiona”.

Un lado poco conocido de su formación, aunque no por eso menos importante, fue la gimnasia artística. Durante años, Gia formó parte de la selección nacional y vivió entregada a ese exigente deporte, hasta que un problema de salud la obligó a dejarlo.

“Sinceramente, fue uno de los momentos más difíciles de mi vida”, recuerda con serenidad. “Desde los tres años, entrenaba con disciplina y entrega total; vivía y respiraba por ese deporte. A los 14 años, por razones de salud, tuve que retirarme de manera abrupta. Lo viví como una especie de duelo, porque sentí que perdía no solo una actividad, sino una parte de mi identidad”.

A esa edad, el golpe fue profundo, pero también transformador. “Durante mucho tiempo creí que la gimnasia era mi única virtud, lo único que podía ofrecer al mundo, y al perderla, me sentí vacía. Sin embargo, ese proceso me enseñó muchísimo. Aprendí a reconocer que no nos define una sola cosa, que todos tenemos múltiples talentos esperando ser descubiertos”.

Hoy, Gia mira hacia atrás con gratitud. “Esa etapa me ayudó a desarrollar una fortaleza emocional que hoy forma parte esencial de quién soy. Me enseñó a valorar otras partes de mí, a abrirme a nuevas experiencias y a entender que, incluso cuando algo termina, también puede ser el inicio de algo increíble”.

Y así, con esa mezcla de sensibilidad, determinación y una historia que se va escribiendo poco a poco, Gia sigue abriéndose camino en el mundo de la moda con un talento clave: la autenticidad. //

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