
Entre todos los desafíos que enfrenta el Perú en su camino al progreso, no son pocos los que opinan que probablemente el combate a la extendida anemia infantil esté entre los principales obstáculos. La carencia de glóbulos rojos sanos o hemoglobina (típicamente por falta de hierro o vitaminas) tiene una dimensión individual –es decir, las consecuencias sobre la persona que la padece– y una dimensión social –el efecto sobre la comunidad, región o país con amplia prevalencia de anemia infantil–.
De acuerdo con un informe del Instituto Peruano de Economía (IPE), publicado ayer por El Comercio, aproximadamente uno de cada tres niños peruanos sufre esta condición. En regiones como Puno y Loreto, la prevalencia supera el 50%. Lo que es aún más grave, la tendencia no es positiva. En el 2019, la tasa de anemia infantil era casi cuatro puntos porcentuales más baja que la registrada en el 2024. De hecho, pese a cualquier esfuerzo, en 19 de las 25 regiones la anemia ha avanzado en ese período. Entre las causas del incremento se contarían el menor acceso a agua limpia –lo que ocasiona enfermedades diarreicas agudas– y alimentación inadecuada durante el embarazo.
Las consecuencias de la anemia pueden ser graves e irreversibles para el desarrollo de los niños. Más allá de las complicaciones personales y familiares que trae, un país donde un buen porcentaje de personas no ha podido alcanzar todo su potencial es un país con una pendiente muy empinada hacia la construcción de ciudadanía, sociedad y prosperidad económica. De acuerdo con Unicef, un niño con anemia temprana (menos de 3 años) ve reducido en 9% su coeficiente intelectual.
Caso que parecen exitosos –como el de la región San Martín, que logró reducir su tasa de anemia en casi ocho puntos porcentuales en los últimos cinco años– existen y merecen ser analizados para repetir la fórmula. Lo que es inaceptable es que teniendo identificado el problema, las causas y las alternativas de solución, la inacción estatal permita que la anemia no solo no retroceda, sino más bien avance y robe oportunidades a millones de niños todos los años. No hay justificación que valga. Las consecuencias las paga el país entero.