
Entre las películas de bajo presupuesto y corte independiente que suelen sonar todos los años como posibles sorpresas en la carrera por los Óscar apareció esta comedia dirigida por Nathan Silver. No logró nominación alguna, pero se infiltró en varias listas de lo mejor del año. Cuenta la historia de Ben (Jason Schwartzman), cantor de una sinagoga que, en medio de un momento difícil de su vida, se topa con Carla (Carol Kane), su antigua profesora de música y ahora inesperada discípula, pues le pide a Ben que la prepare para su bat mitzvah, importante ritual de madurez en el judaísmo.
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De arranque, la situación que nos presenta la cinta es una que invierte jerarquías: el alumno pasa a ser maestro, y la profesora se convierte en una esmerada aprendiz, pese a que excede la edad habitual de quienes se someten al mencionado rito. Pero lo más importante del asunto es que ambos son almas solitarias e incomprendidas, y gracias a ello es que desarrollan su particular vínculo: Carla es una mujer mayor en busca de un nuevo sentido para su vida; y Ben aún padece la muerte de su esposa, es un hombre quebrado y doliente, que nos recuerda a los personajes que Schwartzman ha interpretado más de una vez en las películas de Wes Anderson.
Recogiendo ciertos rasgos del llamado ‘mumblecore’ (subgénero que apela a una estética minimalista, hechos cotidianos y diálogos naturalistas), “Crisis de fe” discurre entre las conversaciones mundanas de Ben y Carla, la irrupción de algunos otros personajes que azuzan el conflicto del filme, y los atisbos de sus respectivas tragedias personales, que casi siempre se ven de reojo, evitando la dramatización y el melodrama. Entre conversaciones fútiles, a veces llanamente absurdas, el director incrusta algunos fragmentos oníricos o alucinados que sacuden al relato de lo que podría parecer demasiado monótono.
"Es muy interesante el humor melancólico e irónico con el que la cinta aborda la cuestión judía".
También es muy interesante el humor melancólico e irónico con el que Silver aborda la cuestión judía. No es algo nuevo, de hecho: podemos encontrar precedentes en las comedias de Woody Allen, o en ejemplos más recientes: desde la serie “Curb Your Enthusiasm” hasta películas como “Shiva Baby” o “Un dolor real”. En todas ellas, la religiosidad se discute de forma desprejuiciada; se habla de identidad o de herencia sin por ello rehuir al sarcasmo o los cuestionamientos.
Los mejores momentos de “Crisis de fe” son los más íntimos: aquellos en los que Schwartzman y Kane –sobre todo ella– dotan a sus personajes de una fragilidad emocional conmovedora y cargada de ternura. Sin ahondar demasiado en sus pasados evidentemente heridos, se nos muestra que estas dos figuras tan diferentes entre sí terminan unidas por el pesar. Para ello, a Silver le bastan pequeñas frases, gestos contenidos o simples silencios que dicen mucho más que cualquier sobrecargado discurso.
Calificación: 3.5/5