
Lo más llamativo –y seguramente lo mejor– de “Control Freak” es la premisa que nos remite al cine de terror asiático, aquel que en una gran vertiente explota los más diversos trastornos psicológicos, pero combinándolos con apariciones fantasmales o mitos tradicionales y populares de sus culturas. Esa aura oriental que el director Shal Ngo –estadounidense de ascendencia vietnamita– le imprime a su historia ofrece los momentos más logrados de una película que, por lo demás, flaquea en varios otros puntos.
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La cinta sigue a Valerie Nguyen (Kelly Marie Tran), una conferencista motivacional que ostenta todos los valores del ‘coach’ contemporáneo: es independiente, exitosa, muy segura de sí misma, y tiene el don de transmitir sus conocimientos y habilidades a quienes sigan sus consejos al pie de la letra. Sin embargo, en la intimidad, esta suerte de gurú de nuestros tiempos esconde una conducta que puede parecer menor, pero que dispara el resto de la historia: una picazón en la parte posterior de la cabeza que la obsesiona y que se acrecienta hasta la autolesión.
La contraposición entre la vida espléndida y moderna de Valerie y el maniático escozor que la aqueja se convierte así en el centro del filme. Estamos ante una ‘control freak’ que no puede evitar rascarse el cuero cabelludo, hasta el punto de tener que usar gorros o ponerse guantes al dormir. Y aunque, como idea resulta interesante, el relato empieza a fallar en su ejecución debido a una escalada algo abrupta del comportamiento de la protagonista. El director renuncia a una sutileza que hubiera sido preferible, y nos arroja súbitamente en la cara el descalabro psíquico y emocional de la mujer.
"La contraposición entre la vida espléndida y moderna de Valerie y el maniático escozor que la aqueja se convierte así en el centro del filme".
A ello podemos sumarle un reducido círculo de personajes que rodean a Valerie, pero que nunca terminan de cuajar del todo: un marido que luce por momentos accesorio y plano, apenas como un acompañamiento doméstico; un padre que vive distanciado de ella y que oculta ciertos episodios poco claros, pero cuya transformación a lo largo del tiempo no termina siendo demasiado coherente; y una madre muerta que solo se nos muestra estancada en un ‘flashback’ repetitivo y cansino.
“Control Freak” guarda algo de interés con su atmósfera oscura y algunos tramos de la sordidez característica del ‘body horror’, tan en boga en los últimos años. Pero nada de eso es suficiente para compensar otros errores más evidentes: resoluciones narrativas imprevistas y hasta arbitrarias; desenlaces que tardan demasiado en llegar y estiran el metraje hasta lo innecesario; y, encima de todo, cierto tono estereotipado y condescendiente en el tratamiento de su personaje femenino, que solo podemos atribuir al llamado ‘male gaze’: un concepto del que a veces se abusa para desacreditar cualquier perspectiva masculina, pero que en este caso da la impresión de confirmar varias taras de género por parte del director del filme.
Calificación: 2/5