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Un abecedario nos remite a nuestros primeros aprendizajes y a los inicios de la lectura. Sin embargo, el “Abecedario ilustrado de la biodiversidad del Perú” también nos invita a una aventura personal. Para la ilustradora y poeta , todo comenzó cuando la invitaron a conocer la estación biológica de Cosha Cashu, en el Parque Nacional del Manu.

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Como artista invitada, convivió dos semanas con biólogos que desarrollaban sus investigaciones. Desde el primer día, afirma, el lugar cambió su forma de observar y vivir: aprendió sobre mariposas, a leer mapas para no perderse en la trocha, a utilizar el arco y a reconocer diferentes tipos de redes de pesca. Entraba al río muy temprano para avistar aves o atestiguar el parto de las nutrias. Se hizo amiga de una especialista en arañas. Regularmente, un experto compartía una charla especializada sobre el crecimiento de las plantas, el comportamiento de los monos o los cambios en la cocha. Para la artista, recibir tanta información valiosa era un privilegio.

De vuelta a casa, se sintió invadida por la información. ¿Qué hacer con todo lo aprendido? ¿Cómo compartirlo? Sheila Alvarado empezó a integrar aquellos elementos de la naturaleza en su obra. Se obsesionó con el detalle y el rigor del dato científico. Tomaba notas y llenaba cuadernos de dibujos. Aprendió a dibujar aves y a descubrir la técnica de la acuarela.

Poco a poco, ese aprendizaje decantó en el abecedario que acaba de salir de imprenta. De la A a la Z, desde el águila Arpía hasta la xylocopa, el yacaré o el zorro de Sechura, la artista despliega la fauna y flora nacional combinando nombres comunes y científicos. “Quería hacer algo parecido a los abecedarios de mi infancia, con grabados y grandes figuras. Quería entregar algo que nos acercara al animal y que dejara al niño hacer su propia interpretación”, explica.

Editado por Lumen, su proyecto obtuvo el premio del Ministerio de Cultura para proyectos creativos de libros de literatura infantil, lo que le permitió investigar y escribir. Al inicio, pensó en vívidos relatos que reflejaran su emoción al escuchar las experiencias de los biólogos en la estación de Cosha Cashu. Sin embargo, el exceso de información la llevó a replantear sus objetivos, y decidió convertir su experiencia en poemas trufados de información científica. “Eso parece simple, pero no lo es. Debía mantener el sonido de las palabras y a la vez equilibrar información relevante”, afirma la artista.

Hay datos del Abecedario que conmueven. Saber, por ejemplo, que del ñandú solo quedan 300 individuos en su hábitat protegido, según el último conteo realizado en 2017. Y que los frondosos árboles que necesita el mono choro de cola amarilla para vivir desaparecen a causa de nuestra locura extractiva. En su libro, Alvarado da prioridad a los animales en peligro de extinción para ilustrarlos.

“Todo forma parte de un ecosistema. Tomemos por ejemplo al shihuahuaco, árbol que llega a vivir 900 años. Lo derriban en un par de horas para convertirlo en piso para las casas. Es el árbol favorito del águila arpía, que construye sus nidos sobre sus ramas. ¡Necesitas 300 años para que madure otro árbol, mientras que el águila se va quedando sin nidos! La desaparición del shihuahuaco no solo lleva a la desaparición del ave, sino que arruina todo un ecosistema formado por animales, plantas e insectos”, alerta.